Historia de la terraza del Café Zúrich

La terraza del Café Zurich está en el mismo corazón de Barcelona. Hace las veces de kilómetro cero de la ciudad y de punto de encuentro de ciudadanos y visitantes que esperan y se encuentran bajo la mirada de quienes a ella han acudido en busca de un descanso. Porque ¿qué barcelonés no ha dicho alguna vez “¿quedamos en el Zúrich?” y ha esperado frente a sus mesas ansiosamente la llegada de su cita?

Por ello y porque su historia transcurre paralela a la de nuestra ciudad hemos querido descubrir más de este emblemático bar.

Su nacimiento se remonta al mismo día de San Juan de 1862 como cantina “La Catalana” de la estación del tren que subía la calle Balmes. Transformada posteriormente en chocolatería, su actual nombre se debe a un catalán apellidado Serra que la bautizó así en recuerdo a la ciudad suiza de mismo nombre en la que había vivido.

El nombre perduró, pero no el propietario, pues el señor Serra vendió su negocio en 1920 por 50.000 pesetas a Andreu Valldeperas, empresario con gran vista para los negocios proveniente de Olesa de Montserrat. Se inició así una dinastía al mando del establecimiento que aún hoy, casi un siglo después, perdura. Su último gran cambio vino de la mano del hijo del Sr Valldeperas, que decidió convertir la chocolatería en una moderna cervecería, popularizando un vaso de cerveza de barril de marca alemana como un “zúrich”.

Y pasaron los años entre tertulias, periódicos, cerveza, tapas y olivas y en Café Zúrich se escribió también la vida de nuestra ciudad. En los años treinta, Roc Boronat, comisario de beneficencia, decidió crear la ONCE al presenciar desde este mismo bar una injusticia con un invidente. Años más tarde el Alzamiento en Barcelona fue coordinado entre sus paredes y sirvió como trinchera de las fuerzas republicanas durante la Guerra Civil. En 1981 coincidieron en la elección de local la preparación del asalto al Banco Central y la coordinación policial para desactivarlo.

Ya en la actualidad desde este observatorio urbano pueden contemplarse las modas, tendencias de los venidos de disfrutar paseos por las Ramblas o la cercana Plaza de Catalunya, del ajetreo del inicio de rebajas o de las más relajadas tardes al sol de agosto, o tal vez de los sentimientos a flor de piel de espectadores de cabalgatas de Reyes, o las celebraciones deportivas en la fuente de Canaletas.

Así que cuando quieras empezar una historia en Barcelona, ¿quedamos en el Zúrich?

 

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